Antonio Urbaneja Báez Y Jonathan Trango Expedición Andalucía Torres del Paine 2008
Parece que la apuesta de hacer la aproximación a toda prisa estaba dando sus frutos: el buen tiempo aguantaba, teníamos comida para semana y media y lo más importante, nuestra motivación estaba por las nubes. Cenamos y nos acostamos no antes de poner la alarma del reloj a las 4:00.
Nos despertamos a las 7:00 del 26 de enero, ¡no habíamos escuchado el puto reloj! Supongo que el cansancio tuvo algo que ver. El día parecía bueno y hubiera sido un error desaprovecharlo, así que funcionamos a la velocidad del rayo e iniciamos la aproximación a nuestro primer reto: la Torre Norte. Cinco interminables horas de sendero, neveros, morrena, pedreras, algún que otro largo de IV y un expuesto corredor, separaban el campo Japonés del Col Bich, el pie de vía de las torres Norte y Central, que compartían aproximación.
Nos adentramos rápidamente en el Valle del Silencio y el escenario fue mejorando poco a poco. Se nos fue presentando la colosal cara Este del Escudo y de la Fortaleza. En la base de la dura pedrera, nos paramos a contemplar las tres Torres del Paine. ¡Vaya vistas! Terminada la pedrera, para acceder al corredor que nos llevaría al Col Bich teníamos dos largos de IV que ensamblamos. Una vez en el corredor, literalmente, volamos por él hasta el Col, evitando así la alta exposición a la caída de piedras. Ensamblamos el primer largo de la vía Monzino (6a), y nos detuvimos en la primera reunión para asegurar el segundo largo (6a+), que parecía más delicado. Lo superamos rápidamente y volvimos a ensamblar, puesto que la dificultad de la vía disminuyó considerablemente. Se trataba de encontrar el camino y no perdernos, algo que a Jonathan se le dio de escándalo.
Transcurridos unos doscientos cincuenta metros me sorprendió la exaltada voz de Jona: “¡venga, corre, saca la cámara de video!”. Cuando coroné la ante cumbre pude verlo, a mitad del último largo (V+), loco de contento. Me contagió su alegría, casi podíamos tocar la cumbre. Saqué la cámara y grabé cómo la coronaba. Para mí fue una grata sorpresa, ya que estaba tan concentrado en la escalada, que no había tomado conciencia de lo cerca que estábamos.
Escalé el último largo y me reuní con mi compi. No me lo podía creer: estábamos en la cumbre de la Torre Norte del Paine y sólo tres días atrás nos habíamos despedido de nuestra gente en Málaga. La euforia invadía hasta el último rincón de mí ser y sólo podía expresarme mediante gritos de alegría y abrazos con mi compañero de cordada. Habíamos cumplido nuestro primer objetivo: Torre Norte del Paine, vía Monzino MD, 400m, 6a+.